jueves, 4 de noviembre de 2010

miércoles, 1 de octubre de 2008

NOS LLEGÓ LA RECESIÓN, IGUAL A LA DEL '82.

El plan del Tesoro no puede evitar una recesión y EE.UU. sufrirá la más severa en 25 años
Barry Eichengreen, académico de la Universidad de California–Berkeley. El destacado economista cree que será difícil poner fin a las turbulencias del mercado financiero y que no se podrá evitar la peor contracción económica en EE.UU. en un cuarto de siglo. Señala que Wall Street aún necesita recapitalizarse, pese a la liquidez que se le ha inyectado, y que es preciso que el gobierno entienda que debe infligir “dolor donde sea apropiado inflingir dolor”.
Mauricio Rodríguez. La tercera 27-9-2008. Pág. 55

Se la recuerda como una de las peores recesiones de la posguerra en EE.UU. Se trata del periodo 1980-82, en el cual se registraron 22 meses de fuerte contracción económica y aumento del desempleo. Fue la peor del último cuarto de siglo, dice Barry Eichengreen, profesor de economía de la Universidad de California, en Berkeley. El problema, dice, es que producto de la presente crisis financiera y debilidad macro en ese país, “esta vez podremos igualarla en severidad o excederla”.
El académico es uno de los economistas más renombrados actualmente: asesoró al FMI durante la crisis asiática; Ben Bernanke, el presidente de la Reserva Federal (FED), ha escrito resumes de sus libros y José de Gregorio ha sido coautor de textos con él.
Hoy, Eichengreen se halla entre los críticos al polémico Fondo de Alivio para Activos Problemáticos (TARP, por su nombre en inglés) que el Tesoro norteamericano ha propuesto como salida a la crisis crediticia. Mal que mal, resume, todo se trata de que los 300 millones de norteamericanos rescaten con US$ 2.300 cada uno a Wall Street.
El académico piensa que el Tesoro debe recibir participación a cambio de la asistencia que preste en Wall Street, y que éste debe ser castigado por los riesgos que tomó y que derivaron en su debacle.
El plan por US$ 700.000 millones, ¿es suficiente para paliar la crisis?
Resolver esta crisis significará un proceso largo y difícil. Por lo pronto, el Plan Paulson tiene profundas fallas, pero mientras hablamos, el Congreso parece estar moviéndose en la dirección correcta, revisándolo y aprobando algo más sensible. Ahora, el acercamiento caso por caso que ha tomado hasta ahora (esta semana Bear Stearns; la siguiente, Lehman Brothers) no está funcionando, de modo que uno más sistemático se hace necesario, definitivamente.
¿Debiera dársele un cheque en blanco al gobierno de EE.UU., para recatar a Wall Street o debiera obtener alguna clase de garantía?
Todos están de acuerdo ahora en que no habrá cheques en blanco. Cualquier cosa que la Cámara y el Senado aprueben requerirá una fiscalización amplia, reportes frecuentes al Congreso y más precisión en cuanto a cómo se va a gastar el dinero.
¿Es apropiado el foco de comprar deuda y activos tóxicos sin que a cambio el Tesoro reciba participación en los bancos que rescate?
Soy un firme creyente en que se debe proteger a los contribuyentes a traces de que el Fisco obtenga participación en las instituciones a las que se les permita desechar papeles tóxicos en el TARP. Afortunadamente, tanto demócratas como republicaos en el Congreso están de acuerdo en eso.
¿Cómo evalúa las respuestas de las autoridades hasta ahora para contener la crisis? ¿Les teme a las trampas de liquidez?
La FED a provisto gran cantidad de liquidez a los mercados, expandiendo repetidamente la clase de activos que va a descontar y la clase de instituciones con las que a va transar. De modo que el problema no es liquidez inadecuada por parte del banco central. Lo es el hecho de que nadie sabe si sus contrapartes en el mercado son solventes; nadie sabe lo que valen estos derivados tan complejos. De este modo, algo además de liquidez se hace necesario en esta fase. Específicamente, los bancos necesitan una inyección de capital.
¿Cree que las herramientas que se han usado tendrán éxito en paliar una crisis cuyas raíces no se han entendido bien?
Pienso que podemos “tener éxito” en el sentido de evitar un derrumbe completo del sistema financiero de EE.UU. y limitar la severidad de la recesión. Pero, ¿podemos terminar con las turbulencias financieras inmediatamente? De ninguna manera.
Se ha hablado mucho de la privatización de las utilidades y de la nacionalización de las pérdidas. ¿Qué opina usted?
Estoy completamente de acuerdo con que este es un problema desde el punto de vista de la equidad, mientras que también incentiva más tomas de riesgos en el futuro. Por eso el gobierno debe adquirir participación en los bancos a los que asista, reduciendo los pagos a los actuales accionistas e infligiendo dolor, donde el dolor sea apropiado.
¿Coincide con quienes dicen que la era de mercados racionales y eficientes por sí solos se ha acabado?
El asunto no tiene que ver con expectativas racionales, sino más bien con si los mercados necesitan un set de reglas (regulación efectiva) para asignar los recursos eficientemente. Alan Greenspan minimizó la necesidad de regulación. Su reputación ha sido empañada ahora como resultado[1].
¿Cuáles son los efectos probables de esta crisis, añadido esto a la posibilidad de que EE.UU. entre en recesión?
Esta va a ser la recesión más severa en un cuarto de siglo en EE.UU. Aquella de 1980-82 fue la última contracción severa en EE.UU. Esta vez podemos igualarla en severidad o excederla[2].


NO DEBE HABER CHEQUE EN BLANCO PARA PAULSON.
George Soros[3]. Presidente de Soros Fund Management.

El paquete de rescate de 700 mil millones de dólares del secretario del Tesoro de los EE.UU., Hank Paulson, se ha topado con dificultades en el Congreso. Y con razón: está mal planeado. El Congreso faltaría a sus responsabilidades si diera al secretario del Tesoro un cheque en blanco. La propuesta de ley enviada al Congreso incluso contenía texto que eximia a las decisiones del secretario de ser examinadas por cualquier tribual u organismo administrativo –el sueño cumplido de la administración Bush de un poder ejecutivo unitario[4].
La historia de Paulson no inspira la confianza suficiente para darle discreción sobre US$ 700 mil millones. Las medidas que tomó la semana pasada[5] provocaron la crisis que hace que el rescate sea necesario. El lunes permitió que Lehman Brothers quebrara y se negó a facilitar fondos para salvar a AIG. El martes tuvo que dar marcha atrás y conceder un crédito de US$ 85 mil millones a AIG con condiciones punitivas.
El colapso de Lehman trastornó el mercado de papel comercial. Un importante fondo del mercado monetario “reventó el dólar” y los bancos de inversión que dependían del mercado de papel comercial tuvieron dificultades para financiar sus operaciones. Para el jueves, la especulación contra los fondos del mercado monetario estaba en su apogeo y nunca desde los años 30 habíamos estado tan cerca de una debacle. Paulson volvió a dar marcha atrás y propuso un rescate sistémico.
El Congreso ya le había dado una vez un cheque en blanco a Paulson para solucionar el problema de Fannie Mae y Freddie Mac. Su solución puso al mercado hipotecario en la peor situación posible: los administradores sabían que si se llenaban los cheques en blanco, ellos perderían sus empleos, así que se protegieron encareciendo las hipotecas y haciéndolas menos disponibles. En unas semanas el mercado obligó a Paulson a hacerse cargo de esas compañías.
La propuesta de Paulson de comprar los valores problemáticos vinculados con las hipotecas plantea un problema clásico de información asimétrica. Es difícil valuar las acciones, pero los vendedores saben más sobre ellas que los compradores: en cualquier proceso de subasta, el Tesoro acabaría llevando la peor parte. La propuesta también está plagada de problemas latentes de conflictos de interés. A menos que el Tesoro pague de más por los valores, el plan sería un alivio. Pero si el plan se utiliza para recatar a bancos insolventes, ¿qué obtendrán a cambio los contribuyentes?
Barack Obama ha señalado cuatro condiciones que se deberían imponer: ventajas para los contribuyentes, además de los perjuicios; una junta bipartidista que vigile el proceso; ayuda para los propietarios de los hogares y no sólo para los tenedores de las hipotecas; y ciertos límites a las compensaciones de quienes se benefician del dinero de los contribuyentes. Estos son los principios adecuados. Se podrían aplicar mejor capitalizando directamente a las instituciones sobre las que pesa la carga de los valores problemáticos en lugar de librarlas de ellos[6].
La inyección de fondos del gobierno sería mucho menos complicada si se aplicara al capital y no al saldo. US$ 700 mil millones en acciones preferenciales con garantías podrían ser suficientes para compensar el hueco que creó la explosión de la burbuja inmobiliaria. En contraste, añadir US$ 700 mil millones por el lado de la demanda podría no ser suficiente para detener la caída de los precios de los bienes inmuebles. También se debe hacer algo pro el lado de la oferta. Para evitar que los precios de las casas caigan demasiado[7], el número de embargos debe mantenerse al mínimo. Las condiciones de las hipotecas deben ajustarse a la capacidad de pago de los propietarios.
El paquete de rescate no se ocupa de esta tarea. Hacer las modificaciones necesarias es una labor delicada que se complica por el hecho de que muchas hipotecas se han dividido y reestructurados en forma de obligaciones de deuda garantizadas. No obstante, el paquete puede allanar el camino mediante la modificación de las leyes de quiebra en lo relativo a las residencias principales.
Ahora que la crisis se ha desatado, tal vez sea indispensable un paquete de rescate de gran escala para controlarla. Lo correcto es reconstruir las agotadas hojas de balance del sistema bancario. No todos los bancos merecen ser rescatados, pero se puede confiar en que los expertos de la Reserva Federal tomen las decisiones adecuadas.
Se podría castigar a las administraciones que no quieran aceptar las consecuencias de sus errores pasados privándolas de las facilidades crediticias de la Reserva. La facilitación de los fondos del gobierno también debería alentar al sector privado a participar en la recapitalización del sector bancario y poner fin a la crisis financiera.
Cometario final: Revisar un reportaje de Jonathan Franklin, periodista de EE.UU., donde investigó “en terreno” (el Estado de Florida), cómo los bancos durante tres años casi no cobraron intereses, pero al cuarto, los subían en un 500%. Como esta burbuja comenzó para contrarrestar la crisis post 11S, específicamente el 2003, era evidente que el año pasado reventara. ¿Para que otra cosa sirven las burbujas? Varios economistas venían diciéndolo desde el 2005 y yo lo dije apenas lo supe el 2006.
[1] ¡Ahora comprendo por qué el viejo verde advirtió tanto sobre esta crisis! Prácticamente él la sembró. Nota del transcriptor.
[2] De esa misma crisis, el “Banco de Chile” todavía no devuelve el dinero que el Banco Central de Chile ocupó para rescatarlo, ¡y eso que han pasado 26 años! Por eso es que lo que está haciendo Bush ahora, es lo peor. Nota del transcriptor.
[3] El mismo que se hizo millonario pujando en contra del tipo de cambio establecido por el Banco Central de Inglaterra, es decir, el mayor especulador del siglo pasado. El ladrón redimido previniendo en contra de otros ladrones. Nota del transcriptor.
[4] Dejaron que todo empeorara, para, gracias al pánico, obtener el Poder Total. Nota del transcriptor.
[5] De 15 al 21 de septiembre de 2008. Nota del transcriptor.
[6] Ayudarlos a cargar los ponchos, en vez de sacárselos de encima. Nota del transcriptor.
[7] Por esa razón siempre he dicho que esta crisis fue planificada desde un comienzo, para adueñarse de las casas y, a través de ellas, de las vidas de millones de personas, mediante el temor a perderlas. 250 mil familias, es decir, al menos 1 millón de personas, ya la perdieron. Nota del transcriptor.

miércoles, 27 de agosto de 2008


Post Data: ¿Recuerdas qué era lo que decía la rucia de las pistolas a Pablo, el correo, sobre los métodos de los MAOA?
¿Aún crees que eres libre?
A una colectividad se le engaña siempre mejor que a un hombre. Pío Baroja

viernes, 15 de agosto de 2008

CARTA AL DIRECTOR.

Sr. Director EL MERCURIO:

La desesperación me desborda, casi no me deja escribir. Creí que al fin sería puesta en su lugar la soberbia de esta presidenta y su gobierno. Pero no... Finalmente serán desperdiciados US$ 2.000 millones en el Transmula. Lo inaudito es que se trata de una incoherencia absoluta y rayana en la estupidez.
El año pasado se rechazó la sola idea de discutir la estatización de las micros y se trató poco menos que de tonto al único que se atrevió a ponerla en el tapete. Pero ahora, se compran los votos de los propios parlamentarios para evitar que los privados quiebren o suban la tarifa a los usuarios antes de las municipales. Lo peor del caso es que están dispuestos a regalarles la misma cantidad de dinero que costaría la expropiación de todos los recorridos.
Sí. REGALARLES. ¿De qué otra forma se puede calificar semejante “inyección de recursos” ESTATALES, sin control alguno por parte del mismo “inversor”?
Cuando un privado invierte el 50.1% del capital requerido para un ‘proyecto’, ¿no se hace del control del mismo? ¿Hay alguna otra manera en que podría asegurarse el retorno de su inversión, con algún margen de ganancias, dicho inversor? La misma regla que se aplica a los privados, debe aplicarse al Estado.
Y no me vengan con la falacia de que el Estado no persigue ganancias. El Estado debiera y subrayo, “debiera” perseguir la ganancia de TODOS sus ciudadanos. Entonces, ¿por qué este gobierno de pacotilla no toma “el sartén por el mango” (ya que le gustan tanto las referencias femeninas) y de una vez por todas reconoce humildemente que FRACASÓ total y absolutamente con el Transmula? ¿Por qué no decide tomar el control total de dicho fiasco, en vez de andar regalando la plata de TODOS los chilenos a unos privados de eficacia? ¿Le tendrá miedo al tata Lagos? ¿Tanto perderían al no ser gobierno?
Será una excelente “prueba de la blancura” ver cómo el ex presidente Frei defiende la mejor idea en toda su vida, para que sepamos si tiene lo que necesita Chile o no.
Debo confesar que tengo miedo. El mundo está lleno de problemas y aquí nosotros, desperdiciando el dinero que tanto nos costó ahorrar. Temo que los senadores sean ‘convencidos’ y desperdiciemos el dinero que podría darnos salud y educación gratis varios años. Total, si Lagos desperdició US$ 1.200 millones en EFE, ¿por qué Bachelet no podría desperdiciar un poquito más en el AFT?
Aún si el Transmula funcionase perfectamente: ¿Sería capaz de dar siquiera uno de aquellos ‘servicios’? Andar en micro no hace más inteligentes a los niños, ni sana a los enfermos, sino todo lo contrario.

miércoles, 6 de agosto de 2008